jueves, 15 de septiembre de 2016

Septiembre ¡a recomenzar!


Hacía tiempo que no escribía en el blog, lo tenía un poco abandonado, la verdad.
Desde primavera hasta ahora han sido unos meses frenéticos de muchos cambios... ¡buenos: de aperturas, cierre de etapas y de ir encajando todas las piezas una a una. 
El verano también ha sido un momento para reflexionar sobre todo lo ocurrido e ir poniendo pies y cabeza a mi vida.
Para mí, los años van de septiembre a septiembre. De cursos que acaban, cursos que empiezan, con la energía de volver de las vacaciones renovada y con ese parón que nos hace falta a todos en el año para tomar aire, hacer examen, ver lo que hicimos mal para aprender y sacar lo bueno de ello, y ver lo que salió genial, para llenarnos de optimismo y energía, que si una vez fue... pueden ocurrir varias veces.
Muchas veces he escuchado hablar sobre la suerte, el destino, el Universo... y la verdad que cada vez creo menos en todo ello. Creo profundamente en la libertad humana inalienable que cada uno tiene dentro de si, como así lo creía Nelson Mandela: "Te pueden quitar la libertad física, pero tu libertad interior de elección y pensamiento, no pueden arrebatártela nadie".
¿Y a qué viene eso? A mis reflexiones veraniegas, en las cuales entendí, que por ejemplo, puedes tener una mala circunstancia externa, pero en tu libertad interior puedes dejar que te afecten de una manera o de otra...que puedes pensar que no tienes elección en muchas tomas de decisiones de tu vida por todos los factores externos que te han tocado tener, pero sí que puedes elegir entre ser víctima o tomar las riendas para ir cambiándolas poco a poco....y es que a veces, echamos culpa al destino, a la suerte, al Universo, a Dios...y es que no nos damos cuenta que en esa falsa justificación, está justo la celda de nuestra prisión.
Así que con estas reflexiones un pelín profunda me puse varios propósitos para este nuevo curso, los cuales a final del curso, haré examen para ver si fui capaz de cumplirlo o fui esclava de mi "justificaciones":

1.- No quejarme. 
Buscar solución y sacar de mi mente el..."es que"..."yo no sé"..."yo no puedo"...

2.- No esperar nada de nadie. 
Esto es "molto complicato" en mi caso, ya que tiendo a esperar recibir lo que doy o lo que creo que me merezco, y ahí me doy piedrecita de humildad que trabajar...además se vive con el espíritu más libre sin esperar nada.

3.- Estar en lo que haces y hacer lo que debes.
Esto se traduce en: cuando se está trabajando es trabajando ¡a pleno rendimiento! y no haciendo lista de la compra, cuando se está con la familia, no estar mandando emails a clientes como loca, y cuando estoy en mis ratitos de meditación, no tener la cabeza en el modelo que me pondré mañana para trabajar....Así seré más eficaz, organizada, templada y a la vez, con menos estrés de que no llego a todo...claro, ¡si pierdo horas en la semana con la cabeza en las nubes!.

4.- Entre ser amable y tener la razón, ser amable.
Y aquí me han dado, porque soy la persona más vehemeeeeente que existe....y al final... ¿de qué me sirve? ¿Cuantos mosqueos y sin sabores se pueden evitar, con sonreír y evitar más trifulca? y sobre todo cuando el que tienes en frente es de esos seres que más quieres... En definitiva, no ser tan gruñona. ¡Qué mal ambiente crea estar todo el día gruñendo!

Podría seguir con veinte mil propósitos interiores que se quedarían ahí, en el hueco del olvido, así con estos vamos a empezar el curso...¡a ver cómo nos va!.

Y junto a ellos menos espirituales...como: levantarme más temprano, andar todos los días, hacer dieta y adelgazar, cumplir las rutinas de belleza, escribir más post de belleza exterior, leerme los libros que tengo en la mesilla de noche...

Pero bueno, voy a empezar por estos cuatro, y por la dieta...espero que me veáis más delgada  y sobre todo...más feliz.

Adoro septiembre.


martes, 5 de abril de 2016

El espejo


Hace algún tiempo fui a un evento y pude retocar el maquillaje de algunas de las asistentes. Conocí todo tipo de mujeres: altas, bajas, rubias, morenas, jovenes, menos jovenes, de otros países,...pero hay una que jamás olviadré en mi vida.
Era una mujer de mediana edad, alta, con un cuerpo bien definido, y de facciones bonitas. Pasó a retocar su leve o casi inexistente maquillaje, ya que sus amigas o familiares la empujaron a ello.
Allí se sentó en ese taburete alto y cuando la tuve frente a frente, le sonreí y le dije: "No te hace falta, eres muy guapa"... y de repente, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Me dió un vuelco el corazón, dandomé cuenta que tenía enfrente a una persona con un sufrimiento muy fuerte. Empecé a retocarla y comenzamos hablar de maquillaje, de la piel, de manicuras,... pero sobre todo empezamos hablar de la vida...y callé (por una vez en mi vida) con el único objetivo de escucharla con todas mis potencias y que siguiera "vaciandosé".
Cuando acabé, le di un espejo para que se mirase, y cuál fue mi asombro que con un NO profundo, apartándolo, lo rechazó. Me dijo que hacía años que no se miraba en un espejo. Yo no entendía el por qué, y le preguntaba cómo se peinaba o cómo se vestía, y ella me decía que "como buenamente podía", no entendía nada, volví a preguntarle y me expetó: 

- "No me gusta la imagen que veo en el espejo."

Al momento, dejé mi escucha activa, y pasé a ese impulso incontrolable que tengo de soltar verborrea para consolar, que no es otra que intentar ayudar, cuando la mejor ayuda a veces no es que te aconsejen y que te digan aquello que ya tú sabes, sino que te escuchen y te asienten simplemente... y yo venga decirle que era preciosa, que tenía unos ojos negros intensos, un pelo precioso, una piel delicada,... hasta que sujetó el espejo y me dijo mirándome a los ojos: 

- "No me gusta mirarme en un espejo, porque no me gusta lo que veo en él".

Me quedé muda y casi sin darme cuenta me cogió de la mano y me explicó bajando la voz:

- "No me gusta lo que vo cuando me miro a un espejo, porque lo que veo en él es una mujer envejecida, fea, sin ganas de vida, sin rumbo, autómata, sin ilusiones, sin nada que ofrecer, llena de heridas,... vacía."

Lloró amargamente. Nadie se había parado en escucharla, mirarle los ojos, en decirle que era bella, que tenía mucho que ofrecer. Nadie se había preocupado por ella durante años, en los detalles cotidianos del día a día.
Había dedicado su vida a cuidar de los demás, su marido, sus hijos y ahora a unos padres y hermana muy enfermos que dependían absolutamente de ella para todo. Su diario funcionaba sólo alrededor del cuidado de esas tres personas dependientes dejándola exhausta todos los días. Un día, otro día, otro... sin descanso, sin ayuda, sin aire para respirar... Había dedicado su vida al cuidado de los demás, sin otra opción, olvidándose de cuidar a la persona que más cuidado y mimo necesita: Ella misma.

Me quedé todo el día meditando sobre esta mujer y lo que me había pasado.

Realmente, en algún momento de mi vida me pude sentir así y la comprendí.
No quería verme en los espejos, porque el espejo me recordaba lo que era. Y un día después de rumbos a la deriva, llegué a la conclusión de que tenía que empezar a cuidar a la persona más importante de mi vida, antes que los demás, y esa persona era, yo.
Pero no por un Yo egoísta, por encima de todos y de todo, sino un Yo sano, fuerte, robusto, libre de sentimientos de culpa y en sintonía interior, donde lo que pensaba y creía estuviera en unidad con mis palabras y mi forma de actuar. Porque esa era la única manera de dar a las personas  que más quería lo mejor de mí misma.

Porque es deber obligado nunca olvidarnos de nosotros mismos, de cuidarnos, de protegernos.
Porque podemos ser o nuestros mayores fan (vanidad) o podemos ser nuestros peores enemigos (pusilánimes). Y ambos son destructivos.
Porque quizás un NO a tiempo (que no será un NO rotundo, sino simplemente un: ¡¡dentro de un rato!!), por esos 20 o 30 minutos de meditación, de lectura o escritura, tu momento spa con tu mascarilla, tu paseo o running , ese café acompañada con tu amiga, sentarse al sol sin pensar nada.... ¡lo que sea! puede renovarte interiormente, hacerte parar y darle al botón de "stand by", tan importante para no sentirte como aquella mujer autómata, que vivía como un robot, sin rescondo de aquella mujer que fue.
Porque sino vives en reservas, vives de las rentas y esas rentas se acaban y la autoestima (que es sano amor a querernos)  muere y quedará enterrada en lo más profundo de tu ser, y tú, con ella. Ya no quedará nada de quién eres, de lo que fuiste ni de lo que serás.

Por eso, cuídate, amaté, sé selectivo con tus pensamientos, con lo que te rodeas y con quién te rodeas, aún en las peores situaciones, porque tu libertad interior es exclusivamente tuya, y ahí, nadie puede entrar.
Di NO cuando tengas que decirlo. Al principio costará, no te entenderán, pero cuando empiecen a ver en ti cambios:  que los quieres más y mejor, que estás más serena y tranquila (¡con los mismos problemas!) y tu sonrisa se esboza más en la cara,... irán comprendiendo esos NO, incluso, ya sabrán que es tu "momento de parada" ... y si no los comprenden, ¡no pasa nada!  porque tú sí que sabes la auténtica necesidad de decirlo.

Búscate, date a ti mismo. Cultiva las cuatro dimensiones de una persona: física, social, mental y espiritual. Así sólo así, podrás dar lo mejor a los demás. Porque te amas, porque los amas. Porque nadie da lo que no tienes, y cuando ya no tienes nada que dar, la vida se vacía.

Quince minutos con aquella mujer, fue una lección de vida.

Mírate al espejo, piensa que eres tu compañero de vida, ¡el que te ha tocado! y ese reflejo en el espejo tiene la clave para darte la felicidad...y si un día encuentras esa imagen fea...
¡píntale los labios de rojo!.


Dibujo de ortegasimancaeimarjose.blogspot.com.es






viernes, 11 de marzo de 2016

Blogger Day Mia


La semana pasada tuve la suerte de asistir a la presentación en Sevilla de la firma de Esmaltes de uñas, MIA LAURENS PARIS.
Mi querida Marta Moya, Country Manager de MIA, me llamó para invitarme e incluso echarle una "manilla" en la organización.

El espacio donde realizarlo había que buscarlo: que fuera acorde con el espíritu de MIA, cosmopolita, libre, innovador, bello, respetuoso, acogedor, exclusivo...y que mejor lugar y único en Sevilla que el ESPACIO LÍBERO (www.espaciolibero.com).
El noviazgo fue mutuo y yo feliz de que el binomio de los dos , MIA y LÍBERO fuera tan especial y complementario...y es que Quino y Patricia, Patricia y Quino tienen ese don de hacerte  siempre sentir muy especial...

Y como no, la merienda, que no podía ser de otro lugar que no fuera de OFELIA BAKERY (www.ofeliabakery.com)...¡que maravilla de manos tienes, Elena!, no hay mejor repostería casera hecha con tanto amor y cariño como las que tú creas.

Y a las 18.30 allí estábamos, contándonos Marta cosas muy interesantes sobre MIA.
La verdad, sobre el cuidado de las uñas no tenía mucha idea, y me enteré de la importancia de utilizar esmaltes 5free (libres de los 5 componentes considerados tóxicos y nocivos para la salud). Entre ellos me llamó la atención lo nocivo del Alcanfor y como usaba sin saberlo, un bálsamo que aliviaba los síntomas del resfriado en mis hijos que llevaba alto nivel de este componente. ¡Que horror!.
Fue una tarde divertida, cálida, enriquecedora y con muchas risas, compartida con grandes mujeres bellas, con estilos y emprendedoras, expertas en moda y belleza. ¡¡Todo un lujo!!!









Fotografía by @fran_dominguez


lunes, 1 de febrero de 2016

El día que decidí no correr

Mi vida hace ya, casi dos años era CORRER. 

Ese era el verbo único en mi vida, correr. A veces incluso tenía la impresión de que no vivía, sino corría. 
Así era mi día a día de Lunes a Domingo, práticamente, ya que los fines de semana, seguía corriendo, porque tenía que hacer, todo lo que no podía hacer entre semana: la ropa, lavadoras, cocinas, limpieza y organización, compra al súper, ver a mi familia, intentar ver a mis amigos, estar con mis hijos y salir con ellos, intentar hablar con mi marido, porque entre semana, a penas nos veíamos ni hablábamos,... en definitiva, en dos días, concentrar lo que sería una vida "normal", ya que de Lunes a Viernes no había vida, sólo trabajaba, por lo tanto, CORRIA. Mi hijo mayor algún domingo me llegaba a decir: "mamá, ¿hoy también corremos?.

La verdad es que mi vida profesional ha sido un altibajo como una montaña rusa, donde las dos principales bajadas fueron la maternidad y la crisis.
Estuve doce años trabajando en el sector del automóvil, y en época de vacas gordas y sin carga familiar, todo fluía de maravillas, pero... ¡ay! cuando llegaron los hijos y esa temida crisis...
No voy a entrar en lo difícil que lo tenemos en este país para conciliar vida familiar y laboral sin tener que sacrificar alguna de ambas, que sí, que hay leyes, pero luego la realidad es otra, porque vives con el miedo continuo al despido si respiras más de la cuenta, y siempre en ese continuo modo "excusa" que es el pecado de tener hijos... porque claro, la carga para la gran mayoría de empresas (no quiero ser injusta y generalizar) la tenemos nosotras, solo nosotras, con "as".... Ni que contar que hayas dado tus mejores años, horas a destajo, trabajando para sacar proyectos que creías que eran tuyos, pero claro...no lo eran, era de la empresa... después podía venir otro y hacerlo peor o mejor, da igual, pero lo hacía, total, tú habías salido de la foto esas malditas "16 semanas".
Pero bueno, eso ya pasó... pero si os digo una frase que me dijo la persona que se deshacía de mí, lanzándome a la cara mi gran infidelidad..."Es que apostaste más por tu familia que por tu proyección profesional"... para morirse.

Cuando estás moralmente en el subsuelo, en el "hoyo", como dice una gran amiga, porque no hay más fondo que el núcleo del planeta tierra  para bajar, ya que la autoestima ha desaparecido de tu vida, los demás empiezan a opinar y tomar decisiones por ti. Y claro, así volví a lo que no quería, pero como estaba tan mal, no sabía discernir lo que quería de lo que no, o más bien, si que lo sabía, lo que pasaba es que estaba tan "flojita" que no era capaz de hacer ver lo que sentía... Así que volví a lo de antes, pero incluso peor. Recuerdo esa etapa de mi vida y siento que era de la más oscura que viví, familiar, profesional y sobre todo, interiormente.

No veía a mis hijos entre semana a penas... había días que los veía en pijama al irme, y cuando volvía, seguía viéndolos en pijama o ya dormidos... estaba tan cansada, pero sobre todo psicológicamente, que me olvidaba de cosas principales: mi madre y sus cosas médicas, la ropa de deporte de mi hijo mayor en la mochila, de llamar a mis amigas que tenían sus dificultades, de los preparativos de boda de tu sobrina-hermana,... cosas, que parecen tontas, pero son las cosas cotidianas donde están los tuyos, tu vida, tu esencia...
Recuerdo que me metía en los baños del trabajo y lloraba, lloraba y lloraba, para descargarlas y no se notara cuando volvía a mi puesto de trabajo. Porque cuando al menos te gusta lo que estás haciendo, aunque te pese, sientes algo de gratitud, pero cuando no te gusta, la frustración es de un calado incalculable dentro de ti.
Pero hubo algo que hizo que empezara a despertar o revivir, más bien.

Una mañana, de las que me tocaba llevar a mis hijos al colegio y guardería respectivamente, me levantaba como siempre, ya acelerada, montada en la moto, corriendo, con angustia y ansiedad, porque un minuto de retraso, conllevaba cogerme el atasco de turno, por lo consiguiente, llegar tarde, así que desde que despertaba a mis hijos y los dejaba en el cole, no salía de mi boca otra frase: "¡date prisa!". Por entonces tenían, 6 y 2 años, y claro, ahora a toro pasado, veo que....¡eran niños! Se distraen con la pelusa que pasa, ya que... "¡oh, vuela esa cosa por mi cuarto y sube hasta el techo! "(ahora disfruto con ellos de esa pelusa que sube y sube) y ya se le olvidaba que estaba poniéndose un calcetín... en definitiva, os podéis imaginar una madre loca, histérica, vistiendo niños, vistiéndose, desayunos, mochilas... que os voy a contar las que lo vivís todas las mañanas... y yo con la frasecita, dale que te dale..."¡date prisa, date prisa!". Al salir por la puerta de casa con todo lo colgable, colgado: el bolso, el abrigo, la bolsa de la comida, la mochila, la muda, el pequeño en brazos, las llaves de casa y del coche... Creo que os hacéis cargo de la situación, iba delante mi hijo mayor, y como niño, iba a su paso (como es natual, la vida se nos escapa a nosotros, no a ellos), cuando, yo, como mujer que la lleva el diablo, le pegué un empujón para que aligerara, con tal mala suerte, que le cogí en mala postura, y cayó de bruces al suelo, sin darle tiempo de poner las manos. Se levantó con sangre en la boca y lo peor fue su cara, aún la tengo grabada, su cara de pavor de no entender nada, de que le pasa a mi madre, que he hecho mal,... esa cara, con esa mirada en la que, has dejado de ser su mamá a convertirme en una milésima de segundo en una completa desconocida.
Ni os imagináis el día que pasé. Lloré desconsoladamente, y me sentía tan tan desgraciada... que ahí, saltó la chispa en mi cabeza, y sobre todo en mi corazón.
Así que de esta guisa, en el momento que me dijeron que me renovaban, sentí una opresión, y cuando me dijeron que me rescindían, una liberación interior. Era justo lo que quería que pasara pero no era capaz de hacer por mí misma y ahora agradezco ese empujón.

De esta manera, empieza mi búsqueda en el mundo, convencida absolutamente, que jamás querría volver a vivir eso y que mi familia se merecía lo mejor de mí. Porque cuando tú estas bien, alrededor tuya, empieza a estar todo bien, y no es más, que el reflejo de lo que tú proyectas al mundo, y que más mundo que tu mundo familiar. Por lo tanto, empezó en mí, las bases de lo que no quería y si quería, y empecé hacer balance, a poner en una balanza, un sueldo fijo a costa de todo, o un sueldo 100% variable, pero en el cual, soy dueña de mi tiempo, de mi vida, de mis decisiones y de lo que quiero o no perderme, haciendo  algo que me realizara y por supuesto y lo más importante, no perderme nunca más un día de sus vidas... porque ese día se va y no vuelve...

Y así, me convierto en asesora, haciendo como profesión un hobbit o más bien una de las pasiones que tenía, el mundo de la belleza.
Venía de un mundo de hombres, y me enamoro este maravilloso mundo de mujeres, donde la filosofía es buscar el bien ajeno, las prioriades deben estar en orden y donde no hace falta renunciar a nada, sino todo lo contrario, ajustarlo a tu vida. 
Ahora me siento dueña de mi vida, realizada con mi trabajo, bien lo expresa el halago más bonito que me regaló una de mis adoradas chicas hace unos días: había florecido profesionalmente... llena de energía todas las mañanas para levantarme de la cama, he descubierto cualidades que jamás pensé que tenía, he crecido personalmente y sobre todo he hecho posible, estar  en la vida de mis hijos cada día, consiguiendo un clima familiar sereno para cada uno de nosotros cuatro.

No os voy a engañar y decir que todo es de color de rosa... las dificultades están de todas la índoles: miedos, inseguridades, incomprensión, mentes cortas, falta de apoyo, económicas, competencia... podría enumerar más de una centena, pero mis ganas, mi visión, mi ilusión, y sobre todo, mis motivos, son tan grandes, que todas esas dificultades van pasando a segundo plano.

Espero este año, poder decir...¡lo conseguí!, de saber que existe otra posibilidad de ganarse la vida, diferente a lo que marca la sociedad, de que se puede compaginar un trabajo sin renunciar a una proyección profesional, y a su vez, y lo más importante, pudiendo compaginar mi familia con todo ello.
Y sino llegará a conseguirlo, al menos, me quedaré con la enorme satisfacción de que puse toda la carne en el asador y que lo intenté.



El que no arriesga no gana. Yo arriesgé y por lo tanto, ganaré.